Inteligencia emocional: una inversión muy rentable

El incremento de la productividad de las empresas actuales está ligado ineludiblemente a la IE de sus líderes y empleados. Está basado en la promoción y diseminación de los valores más genuinamente humanos y el empoderamiento de las personas y equipos dentro de las organizaciones.

25 años después de la publicación del famoso libro de Daniel Goleman, nadie duda de la importancia del concepto de la inteligencia emocional (IE) en la consecución del éxito en la vida y en las organizaciones. Sin embargo, no es tan frecuente saber identificar de forma especifica en qué consiste la diferencia que la IE puede hacer en un organización, y de qué forma la IE impacta los resultados de una empresa. Probablemente esta sea la razón por la cual todavía muchos procesos de selección tienden a anclarse a paradigmas clásicos basados en el cociente intelectual (IQ). Esta forma de proceder es mucho más evidente en el ámbito educativo, donde los currículos no están aún equilibrados, y están más centrados en las hard skills que en las soft skills.

No se trata de establecer cuál es la más importante, ni de apostar por una u otra, son complementarias, aunque no siempre vienen de la mano (una mente brillante no hace necesariamente un líder brillante). El IQ es necesario, pero nunca suficiente cuando se trata de alcanzar el máximo desarrollo personal, y de llevar a una organización al máximo nivel de crecimiento y evolución con el que el líder que la guía haya soñado. El IQ nos permite encontrar un trabajo, quizá un buen trabajo, pero la IE conduce al éxito en todos los sentidos, personal, económico, empresarial, y, en definitiva, a la felicidad.

Los datos conectan la IE con productividad, rendimiento y cuentas de resultados

No obstante, la revolución que supuso hace ya unos años concebir el éxito en el trabajo (y en la vida) como resultado ligado a la IE, no ha conllevado todavía que la IE tenga el peso y relevancia que merece en las organizaciones. Pero algo está cambiando. Cada vez más, los datos conectan la IE con productividad, rendimiento y mejora de las cuentas de resultados (Sanofi Aventis, L’Oreal, Pepsico, FedEx, son algunos ejemplos). Y lo mejor de todo: que esta relación se fragua en climas laborales positivos, en los que las personas de todos los niveles de la empresa, saben que su tarea tiene un propósito valioso, notan el reconocimiento de la diferencia que aportan a la organización y se sienten formando parte de un proyecto que va más allá de los resultados económicos de su empresa y de la obtención de su salario mensual. Hablamos de lo que muchos CEOs consideran el “salario emocional”. Esa conexión del trabajo cotidiano con los valores personales permite conseguir un equipo de trabajo motivado, implicado y productivo.

Cuantas veces las empresas pierden la oportunidad de retener talento al considerar que no pueden competir con las ofertas de salarios más abultados de la competencia, cuando no hay nada más motivador que un buen clima social alrededor del puesto de trabajo, o que la autonomía en las tareas desarrolladas, derivada de la confianza de los líderes, o que la perspectiva de posibilidades de promoción profesional, facilitada por el reconocimiento del valor aportado a la visión y misión empresarial. Estas tres son las necesidades psicológicas básicas que toda persona debería cubrir en su trabajo (relaciones, autonomía, y desarrollo). Al cubrirlas, se produce un incremento del bienestar y se desarrolla la pasión laboral del empleado, por tanto, es lo más rentable.

Es cierto que muchos trabajadores buscan más dinero, el dinero es importante para todos, pero le damos tanta importancia porque nuestra sociedad y cultura nos hace creer que es el medio para llegar a la felicidad. No es cierto, hay un techo, y no es tan alto como pensaríamos.

Conexión entre el propósito de la empresa y el propósito vital de cada empleado

Los profesionales dedicados al entrenamiento en IE tenemos la tarea y el reto de transmitir a los líderes cual es el valor añadido de la IE para sus organizaciones:

  • Creación de una atmósfera de reflexión.
  • Facilitar procesos de toma de decisiones rápidos, pero conscientes e inteligentes emocionalmente.
  • Crear impacto positivo en el otro (bien sea un supervisor, encargado, compañero, cliente, etc.).
  • Incrementar significativamente las ventas.
  • Detectar a tiempo problemas y disfunciones en los equipos y personas.
  • Corregir los comportamientos interferentes con la productividad.
  • Crear una cultura de excelencia y compromiso.
  • Mejorar la experiencia del cliente.
  • Reducir las bajas laborales.
  • Disminuir el impacto de los problemas de salud sobre el funcionamiento de las personas, sean estos los que sean.

Los lideres tienen la tarea y el apasionante reto de ayudar a las personas integrantes de sus equipos a ser más inteligentes emocionalmente. ¿Y cómo conseguir este objetivo?

  • Los líderes lideran con el ejemplo, con sus acciones y sus palabras, inspirando, superando sus miedos a lo difícil.
  • Los líderes son fiables, honestos, genuinos, consistentes y directos.
  • Los líderes son empáticos, buenos comunicadores, influyentes, escuchan y dan soporte.
  • Los líderes son intuitivos, están motivados y determinados a la acción.
  • Los líderes no motivan, sino que ayudan a encontrar motivos.

Un líder con estas características consigue facilitar en el otro la identificación de lo significativo y valioso en su vida, y el que pueda conectar su propósito vital con el propósito de la empresa. Cuando una persona capta esta conexión se consigue el estado óptimo de motivación intrínseca, dejando, a partir de ese momento, de sentirse obligada a trabajar, para empezar a sentir que elige participar en un proyecto beneficioso, para ella misma, para la empresa y para la sociedad en general.

No es posible el enriquecimiento económico creciente y sostenido sin atender a los aspectos genuinamente humanos

Este proceso, que ya muchos líderes han iniciado, no solo es más humano y moralmente deseable, también es más inteligente si queremos conseguir una productividad más eficiente. Ya no es posible el enriquecimiento económico creciente y sostenido sin atender a los aspectos genuinamente humanos: nuestra necesidad de sentido en la vida (y por tanto en el trabajo), nuestro potencial emocional y nuestra conectividad social. La IE es, además, en estos momentos un elemento indispensable para la neutralización de la inseguridad y desesperanza que conlleva una sociedad cada vez más materialista y en una dinámica de transformación tan acelerada como impredecible. Este cambio social produce una incertidumbre de difícil manejo, tanto en el trabajador (que no sabe si continuará en la empresa), como en las propias empresas, enfrentadas a un entorno de fusiones, absorciones y mutación de valores empresariales. La IE es el antídoto para esta incertidumbre.

Las personas reclaman un mundo más humano, más seguro, más justo, más libre, más feliz. No hay nada que temer en el mundo empresarial, solo algunos cambios que hacer. Lo que es bueno para la persona, es bueno para las empresas. La IE es la clave del nuevo éxito empresarial.

Para finalizar quiero dar las gracias a los CEOs y Directores de RHH que me aportaron su experiencia, perspectiva y valioso tiempo para la elaboración de este artículo: David Barquilla (CEO de Rent and Tech), Pablo Alberto García (Responsable de RRHH de AGM Ibérica), Emilio Lliteras (Director General de UTECA), Ramón Almendro (CEO de Boston Medical Group Spain), José Luis Pérez Rebollo (CEO de Estacionamientos Iberpark), Ignacio Mazo (Vicepresidente en BTS), Eduardo Frutos (Director Médico en Clínica Kalos – Director de la Unidad de Medicina Estética en la Fundación Tejerina), Antonio Giordano (Co-CEO de Idealista Italia), Yashim Zavaleta (CEO de LeanFactor), Carlos Alemany (Socio Director de Alemany & Partners), Juan Antonio Abascal (Secretario Junta Directiva de ASPROMEL), Massimo Carone (Managing Director de Stryker), Luis Peña (CEO de drive&win), Coral George (CEO de Jolly Center), Enrique Ruiz (Director General para Iberia de RGA Reinsurance), Eduardo Gómez (Director General de Alisys), Pablo Ruiz de Velasco (Managing Director en Banco de Santander), Enrique Conde (Director General de Effice).

Marta Isabel Diaz Garcia

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