Inteligencia Emocional: herramienta indispensable para la eficacia de cualquier organización.

El artículo supone una reflexión sobre la importancia de la gestión óptima de la Inteligencia Emocional en las organizaciones, y la necesidad de contar, para su entrenamiento, con profesionales suficientemente formados y experimentados en el manejo del comportamiento humano individual y social.

La importancia de la Inteligencia emocional ( IE) en las organizaciones está fuera de duda, cualquier directivo es capaz de reconocerlo. Y no sólo las empresas lo reconocen, la educación en sus distintos niveles y estructuras aborda ya la IE en sus currículos, ofreciendo formación complementaria en las llamadas softskills, que tienen que ver esencialmente con las áreas que abarca la IE.

La IE es un concepto complejo y extenso, que conecta prácticamente con cualquier aspecto del comportamiento humano, desde los más personales (las valoraciones, los juicios, las percepciones, etc.) a los más sociales (conversaciones, saludos, trabajo en equipo, reuniones, conflictos, etc.), pues las emociones, más o menos intensas y más o menos placenteras, tiñen inevitablemente cualquier ámbito de nuestra conducta, en cualquier contexto, y sus implicaciones pueden llegar a ser sutiles y enmarañadas.

Las características deseables de un líder van en contra de nuestro diseño biológico

En la empresa el perfil deseable del líder debe ser el de una persona auto-controlada, pero también cercana, que proyecta ánimo, motivación y positividad, y que despliega sus habilidades sociales de forma empática con todos y en todo momento. Sin embargo, estas características van en contra de nuestro diseño biológico básico. Este diseño, forjado para la supervivencia, nos atrapa en muchas ocasiones en espirales de retroalimentación negativa, mediante cadenas de pensamientos que incluyen críticas, dudas o miedos, intentando que de esta forma anticipemos y “sobrevivamos” a problemas potenciales o reales.

Es básico para el desarrollo y gestión de la IE entender cómo está diseñada nuestra mente, y cómo podemos superar muchas de las trampas y escollos que pone en nuestro camino día a día. No obstante, muchas veces el entrenamiento en IE se centra en técnicas y estrategias que no tienen en cuenta estos aspectos básicos, y, por tanto, no obtienen los resultados esperados, pues la mente encuentra la forma de boicotear nuestros intentos de gestión emocional. Esta es la diferencia que aporta el contar con el adecuado entrenador en IE, que no puede ser otro que un especialista que conozca la complejidad de la mente y el comportamiento humano

La gestión de la IE en una empresa empieza por el CEO y la Dirección de RRHH

Nuestro país posee directivos capaces de identificar que conseguir la máxima eficacia con la máxima eficiencia es una cuestión que está ligada a la gestión de la IE en sus organizaciones. Sin embargo no es tan generalizado el poder reconocer que la gestión de la IE en una organización, empieza por los altos niveles y se transmite hacia los niveles inferiores. De hecho, solo cuándo el CEO y la Dirección de RRHH son conscientes de su valor, y predican con el ejemplo, se consigue una cultura organizacional moldeada y mejorada por esos aspectos, dando lugar al aprovechamiento de los recursos disponibles y la máxima productividad. 

Ser inteligente emocionalmente no implica que uno sepa entrenar a otros en IE

Pero tampoco es posible que los directivos de niveles superiores puedan hacer todo en este campo, ser inteligente emocionalmente no implica que uno sepa entrenar en IE, tampoco que la gestión de la IE en la organización esté controlada por uno mismo. Tenemos que aceptar que no se puede hacer todo lo que uno está capacitado para hacer, simplemente porque los recursos como el tiempo y la energía son limitados. La delegación de tareas es un aspecto básico en una organización en crecimiento, y también lo es el aprender a delegar el crecimiento emocional de los empleados en profesionales que sepan realizar ese entrenamiento, no sólo enseñando técnicas, sino también ensañando a identificar los obstáculos que encontramos intentando tener una buena gestión emocional.

Para finalizar quiero dar las gracias a los CEOs y Directores de RRHH que me aportaron su experiencia, perspectiva y valioso tiempo para la elaboración de este artículo: Fernando Denis Ramírez, Juan Carlos de la Vela (indigitall), Ignacio Gilart (WhiteBearSolutions), Jordi Martí Pi-Figueras (IOB Institute of Oncology), John Iglesias (TwentyEight Executive Search), Sandra Martínez Rovira (ROSA CLARÁ GROUP), María Higueras (Genera Games), Andrés Aguilar Cotelo (Folli Follie Group), Carlos Poveda (Umiles Group), Ignacio Prada (The Resort Group), Jaime Feced (GM MSD AH Japan/ Intervet KK) y Ruth Elejabeitia (BUSCACOLE).

Marta Isabel Díaz García

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