El denominado trastorno de estrés postraumático (TEPT) engloba un conjunto de síntomas somáticos, cognitivos y conductuales en respuesta a un evento traumático, con una duración de al menos un mes.
Tal y como se indica en los criterios diagnósticos del DSM, el individuo debe experimentar o presenciar un suceso traumático que implique peligro físico bien para él mismo o para otros. Los criterios también indican que el individuo debe responder con intenso miedo, indefensión y horror.
Además, el individuo debe mostrar sintomatología clínicamente significativa en tres ámbitos: re-experimentación de síntomas (pesadillas, pensamientos intrusivos, flashbacks), incremento del arousal autonómico (irritabilidad, hipervigilancia) y síntomas de bloqueo o evitación (experiencias disociativas, evitación de lugares y personas relacionados con el suceso). El trastorno puede ser agudo (menos de tres meses de duración), crónico (más de tres meses de duración), o de comienzo demorado (los síntomas aparecen seis meses después del suceso traumático).
El diagnóstico de TEPT puede realizarse en cualquier momento posterior al suceso traumático, excepto durante el primer mes. Se trata de esta forma, de dejar un tiempo de recuperación para lo que son respuestas de estrés postraumático normales y transitorias, evitando patologizar este tipo de reacciones. Algunas veces el intervalo entre el trauma y el diagnóstico puede ser de años, este aspecto puede reflejar en algunos casos formas de TEPT no reconocidas o parciales que van intensificándose hasta cubrir todos los criterios diagnósticos, en otros puede ser realmente una auténtica demora en la aparición del síndrome.
La re-experimentación de los síntomas se refiere a la persistencia de imágenes, pensamientos, sentimientos y conductas específicamente relacionadas con el suceso traumático que vuelven una y otra vez, como si de nuevo se estuviese reviviendo el trauma.
Estos recuerdos son intrusivos porque no son deseados, pero, además, porque impiden prestar atención a cualquier otro elemento. Los recuerdos o flashback durante el día, las pesadillas sobre el suceso, frecuentemente producen pánico, terror, pena, desesperación, indefensión, etc.
Los flashback son una de las características más desconcertantes y propias del estrés postraumático. Es un estado disociativo durante el cuál se vuelven a experimentar aspectos de la situación de trauma (imágenes vívidas del suceso y percepciones sensoriales –sonidos, colores, olores, sensaciones táctiles-) como si se estuviera viviendo nuevamente en ese momento.
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El tratamiento a través de la exposición prolongada (EP) procede de la tradición terapéutica de aplicación de la exposición al tratamiento de los trastornos de ansiedad. Durante la exposición los pacientes son confrontados con situaciones ansiógenas pero seguras con el objetivo de superar el excesivo miedo y ansiedad.
La terapia de exposición prolongada para el TEPT se basa en la teoría del procesamiento emocional del material traumático y enfatiza el papel central y la necesidad de procesar adaptativamente la experiencia traumática para la eliminación o disminución de los síntomas. Se trata de un programa de tratamiento individual estructurado que se lleva a cabo en 10 sesiones, con una frecuencia semanal.
Los elementos de la terapia de EP para TEPT son los siguientes:
Psicoeducación sobre respuestas comunes al trauma.
Entrenamiento en respiración, dirigido a conseguir una forma de respirar que induzca calma.
Exposición en vivo repetida a situaciones y objetos que el paciente evita debido a la ansiedad que produce el trauma.
Exposición prolongada en imaginación a los recuerdos traumáticos, reviviendo y revisando el recuerdo de la experiencia traumática en la imaginación junto al terapeuta y siempre en un entorno seguro.